La entidad aseguradora ha optado por promover un convenio con importantes retrocesos en distintos aspectos que afectan, directamente, a las condiciones de los trabajadores, con pérdida de derechos y de poder adquisitivo.

Tradicionalmente, AXA ha sido una empresa ejemplar en el ámbito de las relaciones laborales, siendo receptiva a los planteamientos sindicales, facilitando, a través del acuerdo, la firma de convenios colectivos que han conciliado las necesidades de la empresa y sus trabajadores.

Sin embargo, en esta ocasión, la entidad aseguradora ha optado por promover un convenio que conlleva importantes retrocesos en distintos aspectos que afectan, directamente, a las condiciones de los trabajadores, con pérdida de derechos y de poder adquisitivo.

El gran alcance mediático que ha supuesto la inclusión del derecho a la desconexión digital es sólo una medida –innecesaria si se protegiese y llevase a la práctica el cumplimiento estricto del horario laboral– que enmascara las deficiencias que el nuevo convenio colectivo de AXA presenta.

En la dinámica involutiva que emprende AXA con el nuevo convenio colectivo, se contemplan múltiples posibilidades, todas ellas perjudiciales para sus trabajadores: la posibilidad de eliminar los seguros de los empleados; de congelar salarios; encarecer el anticipo de nómina; fijar cláusula suelo en el préstamo a la compra de vivienda; aplicar descuelgues de convenio y romper el equilibrio en derechos laborales entre las distintas empresas del grupo, entre otros aspectos.

Por este motivo, la Unión General de Trabajadores, cuya misión fundamental es la defensa del interés de los más de 3.000 trabajadores y trabajadoras de AXA, tomó la decisión –por unanimidad–  de no firmar el nuevo convenio colectivo. Consideramos que lejos de suponer un avance, este convenio se revela como un evidente retroceso, tanto para sus trabajadores –que ven mermadas sus condiciones laborales y salariales– como para el resto de empresas aseguradoras, que dejan de ver en AXA a un referente del sector asegurador, especialmente en aquellos aspectos sociales y laborales que, a partir de hoy, condicionarán negativamente su reputación corporativa.