Mañana se celebra el Día Internacional de la Seguridad y Salud en el Trabajo, que este año coincide con el vigésimo aniversario de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales, por lo que es momento de hacer balance del camino recorrido y de analizar los resultados de su aplicación. Aun siendo positivos, los resultados son todavía insuficientes para una sociedad desarrollada como la española. A pesar de los avances y desarrollos legislativos producidos en este periodo, aún nos encontramos en una fase de implantación o adaptación de la ley al tejido socioeconómico y en el desarrollo de la conciencia de los trabajadores/as y de sus representantes, que todavía tienen que asimilar la importancia del tratamiento de la Protección de la Salud, de la Seguridad y de la Prevención como consecuencia asociada.

La alta temporalidad en el empleo, las nefastas consecuencias de la crisis económica, el ocultamiento sistemático de las enfermedades profesionales, la cada vez más acusada descentralización empresarial, el fortalecimiento de las mutuas a expensas de la Seguridad Social o el debilitamiento consciente por parte del Gobierno de la negociación colectiva aplicando la Reforma Laboral hasta sus últimas consecuencias, son las notas más destacadas que desgraciadamente caracterizan la realidad sociolaboral.

Así, la situación deriva hacia una cada vez más intensa desprotección social y la potenciación del ámbito privado en detrimento de lo público. Una de las consecuencias directas más evidentes que se materializa en los puestos de trabajo y afecta a la salud de los trabajadores, es el aumento de la siniestralidad laboral durante este último año.

Si bien es cierto que la situación en nuestro sector de actividad, el ferroviario, es bastante más positiva que en otros ámbitos, se hace necesaria una mejora, utilizando para ello el poder de referencia de las empresas públicas incluidas en el Sector y potenciando la preocupación de los trabajadores/as y sus representantes por los temas concernientes a la Seguridad y la Prevención dirigiéndolos a la vigilancia y defensa de la salud en el puesto de trabajo.

El principal cauce a utilizar debe ser la negociación colectiva, así como un desarrollo coordinado y planificado de acciones comunes para el conjunto del Sector. Además, contamos con la herramienta más importante: la desinteresada actividad de nuestros delegados/as de Prevención y de personal como máximos exponentes de la voluntad de negociación, participación y acuerdo de los trabajadores/as de nuestro país. Su importante labor se materializa en el lema elegido para esta jornada del 28 de abril:

‘La Salud en el trabajo depende de leyes firmes, controles rigurosos y sindicatos fuertes’